Marino Corsarios
Espíritu combativo, herencia naval y fidelidad sin condiciones
La Comparsa de Marinos Corsarios es heredera directa de la antigua Comparsa de Marineros, cuyo origen documentado se remonta al menos a 1884. Aunque no se conoce con exactitud su año de fundación, su presencia forma parte de la historia más antigua de las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena.
Durante décadas, desfilaron con el típico uniforme de marinero —pantalón blanco, guerrera y sombrero azul—, hasta que en 1957 adoptaron un nuevo atuendo inspirado en los oficiales de la Marina Española, con chaquetilla azul con galones de almirante y gorra blanca de plato.
El cambio de rumbo: nace el Corsario
Ese traje de corte militar solo duró dos años. En 1959, la normativa festera impuesta por las autoridades locales prohibió ciertos uniformes considerados anacrónicos, entre ellos el de los Marineros y el de los Americanos. Esta decisión llevó a la comparsa a solicitar la dispensa para no participar en las fiestas de 1960 y, lejos de desaparecer, decidió reinventarse por completo.
Así, en 1963, nacen oficialmente los Marinos Corsarios, con nuevo nombre, nueva imagen y un espíritu renovado. Desde su aparición, se ganaron rápidamente el favor del público y de la comunidad festera, convirtiéndose en una de las comparsas más numerosas en muy poco tiempo.
Pocos, pero firmes
Hoy, los Marinos Corsarios son la comparsa menos numerosa de las fiestas, con menos de 200 socios activos. Pero lo que les falta en número, lo compensan con creces en compromiso, entrega y pasión. Cada integrante vive su comparsa con una intensidad que es difícil encontrar en agrupaciones más grandes. Su presencia en actos como La Entrada, Embajadas o la Procesión es siempre sobria, elegante y muy cuidada.
Una comparsa con identidad propia
El estilo visual, la tradición naval reinterpretada desde el enfoque festero y la fidelidad de sus socios hacen de los Marinos Corsarios una comparsa singular. Lejos de conformarse, han sabido adaptarse, reinventarse y mantener viva una historia de más de un siglo de participación en las fiestas.
Su legado no es solo estético o histórico, sino también humano: representan el ejemplo de cómo una comparsa puede sobrevivir, resistir y brillar gracias a la voluntad colectiva, el orgullo festero y la capacidad de adaptarse sin perder su esencia.