Gastronomía festera

Sabores que también son tradición

Las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena no solo se viven con los ojos y los oídos… también se saborean. La gastronomía festera es una parte esencial de la celebración: une a las personas, despierta recuerdos, y se convierte en el acompañamiento perfecto de los actos más emblemáticos.

Durante los días grandes (y también durante el resto del año), Villena huele a gachamiga, sabe a pelotas caseras y brinda con vino local. Son sabores con historia, con identidad y con un poder único para reunir a familias, comparsas y amistades alrededor de una mesa.

Gachamiga

El alma de muchos almuerzos festeros. Hecha con harina, ajo, agua, aceite y sal, este plato sencillo requiere paciencia, maestría y colaboración. Su preparación en grupo es todo un ritual donde se cocina tanto la comida como la conversación.

Pelotas de relleno

Uno de los platos estrella durante los días grandes. Elaboradas con carne, pan rallado, piñones y especias, se cocinan en caldo y representan ese sabor casero y festivo que tanto se espera en septiembre.

Gazpachos Villeneros

Distintos del andaluz, se preparan con tortas de gazpacho y carnes de caza o conejo, bien especiadas y cocidas a fuego lento.

Triguico

Un guiso tradicional elaborado con trigo hervido, carne y embutido. Calórico, reconfortante y muy festero.

Pastas típicas

Como los sequillos, rollos de vino, almendraos o empanadillas de boniato y cabello de ángel. Dulces caseros que no faltan en ninguna mesa festera.

Vinos locales

Elaborados por la Cooperativa “Nuestra Señora de las Virtudes”, destacan etiquetas tan simbólicas como Arcabucero, Gachamiguero, Vinalopó o Tesoro de Villena. También son populares el anís, el cantueso o la mistela.

Almuerzos populares: mucho más que comer

Después de cada Diana, al amanecer, llega otro de los momentos mágicos de la fiesta: los almuerzos populares. En los cuartelillos y locales festeros se reúnen comparsistas y vecinos para compartir mesa, anécdotas y muchas risas.

El menú es sencillo pero infalible: huevo frito, pimiento, sardina, chorizo, longaniza y patatas “al montón”. Un desayuno potente que alimenta cuerpo y alma antes de lanzarse a los actos del día. Aquí no hay prisas ni etiquetas, solo ganas de estar juntos y celebrar.